lunes

MALIZZIA


Su técnica de lanzado es zarrapastrosa, usa cañas y sedas poco ortodoxas y monta señuelos cuya belleza y armonía no son de exposición. Sólo le salva su “malicia”, esa forma inmediata, a medias intuitiva a medias empírica, de adaptarse a lo que hay, al porqué y al cómo, a lo imprevisto. Esas ganas de disfrutar con cualquier pez y de reorientar su interés de pescador en función de las circunstancias. Esa voluntad de destilar el equipo hasta llevar lo mínimo, apenas dos cajas y cuatro hilos, la botellas de agua y una navaja.  Hoy ha ido a pescar barbos a un pequeño río olvidado pero la escasez de agua hace que suban bien pocos. Ató un abejorro en CDC y pudo tocar uno que ociqueaba aburrido en la orilla pero ha visto cientos de alburnos paseando por la desembocadura en grandes bancos así que ha atado a un finísimo nylon pequeñas mosquitas blancas y se ha dedicado a sacar sardinas por docenas. Entonces ha visto a un gran bass atacar a lo bestia a los alburnos y ha rebuscado unos micro zonker de piel de conejo azul y blanco que lleva siempre en el fondo del bolsillo. Ahora lucha con uno que tira furioso y busca el fondo sin saltar ni una vez. Sacará algunos más antes de cambiar de horizonte y probar de nuevo a tentar a los barbos en otro río cercano. Los que se esconden en las malezas de la orilla salen de cuando en cuando a sorber lo que cae y entran francos a los abejorros y escarabajos que él propone. Ha disfrutado. Le duele ya el brazo de pelear. El sol pega duro pero ha estado toda la mañana pescando bajo la sombra de una gran piedra vertical y luego bajo un sauce, lanzando apenas unos metros con malos rodados pero fresco, cómodo, sin parar de tocar barbos. Además ha retado a ladridos a un buen corzo durante unos largos diez minutos y luego ha pasado la corza por la orilla de en frente sin descubrirle.

Sabe que una técnica de lanzado perfecta, un equipo canónico, unos señuelos bellos no son nada si no tienes “malicia”, si no has estado miles de horas observando la vida del agua, ni no aprendes a cambiar tu forma de pensar y de pescar según las circunstancias del río, de los peces, del clima, de ti mismo. Si no has descubierto que un lance guarrindongo, una caña pequeña y una escarabajo feo puede darte muchos peces si tienes malicia, picardía, astucia… Estira el brazo dolorido y sonríe tras ver como la corza desaparece andando con cautela por el monte. Si fuera así en la vida se haría millonario, pero fuera del río es un Simplicius Simplicissimus.







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